Base crujiente:
100 g de biscotes
100 g de mantequilla
6 g de ralladura de limón
Relleno:
6 hojas de gelatina neutra
150 g de arándanos
250 g de ricota
75 g de azúcar
1 punta de cuchillo de nuez moscada molida
200 g de nata
Para la cobertura:
300 g de nata
100 g de arándanos
1 sobre de estabilizante de nata
1 cucharadita de azúcar
Un poco de nuez moscada
Requiere un poco de práctica
1. Echar los biscotes en una bolsa de congelación, cerrarla bien y desmigajarlos con un
rodillo. Derretir la mantequilla en un cazo y mezclarla con la ralladura de limón y los biscotes desmigajados. Verter la masa en un molde y presionarl para formar una base plana.
2. Para el relleno, hidratar la gelatina según las instrucciones del paquete. Lavar los arándanos y escurrirlos. Triturar la ricota con 150 g de arándanos; a continuación,
mezclar con el azúcar y la nuez moscada con ayuda de una batidora de varillas
3. Montar la nata. Disolver la gelatina según las instrucciones del paquete. Mezclar primero aprox. 4 cucharadas sopera de la masa de arándanos y ricota con la gelatina disuelta y, a continuación, añadi el resto de la masa. En cuanto la masa empiece a gelificarse, incorporar la nata Verter el relleno en el molde y aplanarlo sobre la base. Dejar la tarta en la nevera durante 3 horas
4. Para la cobertura, montar la nata añadiendo el estabilizante y el azúcar. Desmoldar la
tarta y untarla con la nata (reservar 2 cucharadas soperas). Con la parte convexa de una cuchara, extender el resto de la nata de forma irregular sobre la tarta añadir los arándanos por encima, espolvorear con un poco de nuez moscada y servir.